El rostro regordete del profesor del gimnasio, sus manos a la cintura, de pie al costado de la banca de press de pecho, miraba con atención através de las gigantescas ventanas, pérdido en el horizonte, como si estuviera inmerso en un gran sueño, las voces de algunos "alumnos" lo llamaban, solicitando asesoría, orientación, ayuda, pero él seguía navegando en ese mar de ideas, en aquel viaje que había emprendido, nadie sabe a que hora, mucho menos por donde......, completamente distraído, no se percataba de nada ni de nadie, de sus ojos emanaba un extraño brillo, como estuviera intentando comprender algunas cosas, o de repente analizando su propia historia.
Una de sus veteranas alumnas, una hermosa sextogenaria, de pelo blanco, lento andar, aquella de la columna doblada producto del inexorable pasos de los años, con sus grandes y gruesos lentes, siempre fashion, ataviada con una vincha de color purpura, licra rosa y reloj polar blanco, continuaba hablandole sin darse cuenta que sus palabras, a manera de eco, se las llevaba el viento, se licuaban en el cerebro de aquel individuo que seguía volando sin tener alas.
La música de "al fondo hay sitio" sonaba en los parlantes, el locutor mañanero intentaba animar a los oyentes para que empezarán el día temprano, mientras contaba algunas estupideces que le habían sucedido mientras dormía, daba paso al reporte del tráfico, que obviamente a esa hora del día, no registraba novedad alguna......
La nave del olvido seguía su camino, atravezaba los más extraños parajes, las voces que repetían su nombre, sonaban como fuertes estruendos producto de inmensas nubes negras que pronto traerían una dura tormenta, a paso lento, la anciana se fue acercando al profe, sin dejar de mencionar su nombre, con su cartilla rosada en mano, aquella donde se encontraban registrados sus datos personales, aquellos que ni siquiera su marido sabía, la duda azotaba la mente de la viejecilla, tenía apuntado trabajo de triceps, donde diablos quedan esos músculos...?, pensaba mientras balbuceaba el nombre..."Miguel, Miguel...!!!, Miguell.......!!!"
Mientras miraba el cielo limpio, cargado de algunas nubes negras, el eco de tormenta sonaba con mucho más furor, con las manos a la cintura, pensaba si debía preocuparse de algo, de repente sintió como un fuerte estruendo remeció su organismo, la mano de la viejecilla cargaba una pequeña mancuerna, y se había estampado en la espalda de Miguel, su cuerpo se movió hacia adelante, tuvo que dar un par de pasos para no caer al suelo, pero su reacción no fue lo suficientemente felina para evitar que su frente golpeara la ventana por donde hasta hace un momento había iniciado un fugaz viaje........ahora el estruendo se traslado a la sala de entreno......
Las miradas voltearon hacía el origen del sonido, la pequeña veterana miraba atonita como un pequeño palmaso había derribado a tremendo gigante, aunque la sorpresa fue para todos los que en ese momento entrenábamos.......ayudado por un par de muchachos, Miguel tomo asiento, el chinchon en su frente no tardo mucho en aparecer, aún medio nublado, observaba como había terminado su intempestivo viaje.
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