Una de las recompensas que te da la vida por despertar temprano es disfrutar de los primeros rayos solares, hoy, luego de varios días lluviosos, en Lima se asomó el sol, se notaba que la madrugada todavía había estado muy húmeda, el rocío mañanero había originado algunos charcos en las pistas. Avance con mi bicicleta montañera por el malecón de Miraflores, concentrado en mantener la cadencia al pedalear, algunas gotas heladas salpicaban a mis piernas, salpicaban cada vez que estrellaba mi llanta delantera con los ojos de agua........, con la mirada hacia adelante, pude observar la maravilla de la creación, el cielo nublado, poco a poco se fue abriendo, dejando entrar un destello de luz que se poso en mi casco......no podía creerlo, gire mi vista al horizonte, buscando el inmenso mar, a lo lejos divise el morro solar, iluminado por un intenso haz de luz natural, parecía que el poco resplandor solar se había posado en su cima..........menos mal que me movía en esa dirección.
Avanzaba por las estrechas y románticas calles de Barranco, nuevamente el sol se había ocultado, pero esta vez, no se trataba de gigantescas nubes sino de las copas de los árboles que en estricta fila india cubren las calles, el ruido de los pájarillos se volvía intenso, un coro bullicioso celebraba el ingreso del astro rey a la faz de la tierra, estaba fascinado y avanzaba a mejor ritmo, es increíble la estrecha relación existente entre el ánimo y el clima.......por fin arribe al porteño distrito de Chorrillos, ya sin árboles ni nubes, los rayos de sol iluminaban mi rostro, que a esas alturas estaba chorreando sudor, no queda más que agradecer a Dios por tan maravilloso momento, rápidamente inicie el retorno, 45 minutos después de haber disfrutado tan lindo instante, sano y salvo, estaba en casa..........
El desayuno estuvo ligerito nomás, una tajada de pan con mermelada, una gran taza de leche con café, y un huevo duro, cerraron un entreno soleado..........!
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