Con la máquina a 30 por hora, otras veces a 50 ó 60 kms por hora, en las subidas a 15 ó detenerse a esperar, la mirada siempre atenta, la paciencia su principal aliada, un poco de música para entretener el cerebro, algo de menta entre los dientes, harta coca cola para el camino, sin nada en el estómago, que brava se vuelve la ruta los días de sol, o de repente más brava es cuando hace frío, sábado de madrugada, la mente muchas veces se pierde en el horizonte del tiempo, que sentido tiene estar a esas horas en medio de la nada, rodeado de pista y desierto.....
Largos entrenamientos consumen las pistas con recorridos de 90, 120, 180 ó 210 kilómetros, las ruedas no paran de girar, confundidas entre los recuerdos que dejan los viernes toneros en el sur de Lima, los minutos transcurren lentos, los segundos más aún, poco a poco van sumandose unos tras otros hasta formar horas intermibables de sufrimiento, de angustia, de rostros adoloridos, de escuchar el gemido de los pedales, el susurrar de los huesos, salpica sudor en las pistas, buscando la gloria, siempre con la mirada vigilante, la mano firme en el volante, anticipándose a la vida.
Verdaderos súper hombres, extraordinarias mujeres cuya fuerza radica en el corazón, en el amor por las personas que cuidan, que siguen, que miran, que admiran, en la meta, al alzar los brazos al cielo, la mirada cargada de calor, los ojos llenos de lágrimas, seguro que de algunos no nos acordáremos, muchas veces ni el nombre lo sabemos, final de cada entrenamiento, hay que seguir, pues la competencia está por venir.
Gracias a ellos, cada entreno es más llevadero, padres, novias, esposas, amigos, nos acompañan en la ruta, recorren la misma distancia seguro con el mismo cansancio de quién no descansa pues la persona que aman está delante, más importante que una buena cleta, o una buena dieta, así son nuestros amigos que cada sábado nos brindan seguridad en la ruta, conducen sus autos, seguro sin saber que conducen nuestras vidas......
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