lunes, 13 de abril de 2009

Mi primera Licra de ciclismo


El sábado temprano salimos con César rumbo a Cieneguilla, la mañana todavía fría de un invierno que estaba demorando en retirarse, la calles impregnadas del rocío madrugador, los faroles encendidos señal que todavía no eran ni las 6AM, montados en las cletas montañeras atravezamos los distritos de San Isidro, San Borja hasta llegar al Derby en Monterrico, sin apretar mucho el acelerador, guardando piernas para lo que vendría más adelante, cielo nublado sin ánimos de despejar seguía siendo la constante, hasta este punto del camino se me hacía más o menos conocido el panorama pues en anteriores oportunidades había llegado a La Planicie utilizando la misma ruta, tras dos horas de pedalear habíamos arribado a la pista que nos llevaría a Cieneguilla, el clima había dado un giro de 180 grados, el cielo completamente despejado con los primeros rayos de sol calentando el pavimento.


Ataviado con una casaca corta viento, mis zapatillas umbro, aquellas de miles de batallas, varios campeonatos me venían acompañando, tabas de la suerte, las utilizaba para entrenar, ahora en mi nueva etapa de ciclista no podían estar lejos, un short rojo con el número seis dibujado en la esquina inferior derecho, aquel con el que lograríamos el segundo puesto del torneo de padres de familia del cole....un reloj con cronometro, casco duro, una botella de Gatorade, y hartas ganas eran mi equipamento ese día....


Con el sol encima, la casaca corta viento había pérdido su valiosa utilidad, la subida a Cieneguilla, que al principio se presenta amigable, se iba volviendo de una dureza extrema, con unos 8 kilómetros de longuitud hasta llegar a la cima, es desalmada con las personas que la intentan tomar por primera vez....mi botella de gatorade se había consumido, mi cuerpo transpiraba mucho, las gotas que rodaban desde mi cabeza de rato en rato me tapaban la visión, el escenario no podía ser más retador, la ruta maltrecha por el constante pasar de los camiones con carga pesada, perros olfateando los basurales apostados en ambos lados del camino, gente que recién despertaba, otros que a duras penas podían estar de pie.....producto de una gran juerga que no querían terminar....así fui avanzando...a duras penas, concentrado en cada golpe que daban mis zapatillas umbro al pedal.


El calzoncillo me apretaba los ojos, el dolor de atrás era insoportable, no resistía más tiempo estar sentado, habían transcurrido casi tres horas, la espalda maltrecha por la incómoda posición en la cleta, parado sobre los pedales intentaba avanzar los últimos 500 metros que me separaban de la cima...César había desmontado de su cleta, con un gatorade heladito me esparaba allá arriba, ...ahora estaba casi enceguecido por las tantas gotas que rodaban por mi rostro....por fin había llegado..!...una oportuna tiendita espera a los ciclistas que con determinación logramos la cima....una señora obesa con cara de pocos amigos es la encargada de atenderla, un enorme perro chusco se constituye en el único serenazgo de toda la cuadra, cada vez que alguién se acerca, ruge, lo mira, olfatea y vuelve a tenderse en el piso...


Con mi cansancio al borde del las lágrimas, compre una botella de coca cola heladita que mi cuerpo no demoró en absorver, volví a llenar mi botella con gatorade, para iniciar el regreso.....ahora todo de bajadita.....hasta ahí casi todo solucionado, el problema vino cuando intente tomar asiento...con los huerfanos hechos tortillas y mi pobre rabito destrozado no me quedaban muchas ganas de volver a montar bici, con lo último que quedaba de mi orgullo inicie el retorno a San Miguel....dos horas de viaje nos separaban de nuestro destino final....


45 minutos más tarde mi cuerpo pedía descanso, no había forma de acomodarme sobre la cleta, las piernas las tenía petrificadas, las medias mojadas, con la casaca corta vientos atada a mi cintura, a la altura del Pentangonito decidimos virar a la izquierda con dirección a la tienda de Juan Carlos....quién nos recibió con su acostumbra amabilidad, al verme casi llora de pena, mi rostro estaba desencajado.....no podía cerrar las piernas, sentía que mi calzoncillo se había estampado en mi piel.....


Mi primera malla de ciclismo fue del equipo Discovery, espectacular!!! la compre ese mismo día, súper acolchada justo donde más se necesita, acostumbrarme no sería tarea nada fácil, inicialmente me parecía una gran mariconada, de no haber sido por ese día de inclemente tortura me hubiera parecido poco necesario, hoy todos estamos más contentos, cuando digo"todos" me refiero a las diferentes partes de mi cuerpo que ese mañana casi desaparecen, ese día deje mis chimpunes colgados en la tienda del gran Juanca.

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